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Graham Russell y yo no estábamos hechos el uno para el otro
Yo estaba impulsada por la emoción; Él estaba apático. Soñaba mientras él vivía en pesadillas. Lloraba cuando no tenía lágrimas que derramar.
A pesar de su corazón congelado y mi disposición a correr, a veces compartíamos segundos. Segundos cuando nuestros ojos se entrelazaron y veíamos los secretos del otro. Segundos cuando sus labios saboreaban mis miedos, y yo respiraba sus dolores. Segundos cuando ambos imaginábamos lo que sería amarnos unos al otro.
Esos segundos nos dejaron flotando, pero cuando la realidad nos golpeó fuerte, la gravedad nos obligó a descender.
Graham Russell no era un hombre que sabía amar, y yo no era una mujer que sabía cómo. Sin embargo, si tuviera la oportunidad de caer de nuevo, caería con él para siempre.
Incluso si estuviéramos destinados a chocar contra el terreno sólido.
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